Luigui Vidal Rivas
Las personas adultas mayores siguen siendo objeto de visiones erróneas, no gerontológicas y que generan prácticas promotoras inadecuadas, prejuicios que se pretenden enmascarar como verdades o conceptos razonables.
Se piensa en los adultos mayores al nivel de niños a los cuales hay que divertirlos, entretenerlos y hacerlos jugar ante todo, incluso con comparsas de payasos, estas prácticas no son malas en sí si fueran solo una faceta de las actividades promotoras y por tanto si se priorizan las llevadas hacia el empoderamiento de la persona mayor, que es fortalecer sus derechos ciudadanos y motivarlos a seguir aprendiendo y por supuesto hacerse dueños de su destino.
Se observa actitudes discriminatorias, al subestimar la capacidad y fortaleza de las personas mayores en diversos ámbitos y excluirlos de participar en simposios, cursos y charlas, diciendo incluso que se van a quedar dormidos.
Esta discriminación y actitudes de infantilización son más evidentes en las prácticas realizadas con adultos mayores de menores recursos económicos o bajo nivel educacional, cuando la buena práctica gerontológica debe motivarlos a conocer sus derechos y ejercerlos, y motivarlos a aprender, el aprendizaje que es importante para evitar el deterioro cognitivo y el ejercicio de su ciudadanía.
Todos podemos cansarnos y dormirnos a cualquier edad si no hemos descansado lo suficiente, los cursos, charlas y talleres deben realizarse con la metodología adecuada y adaptándola al nivel educacional de las personas mayores, fomentando una dinámica participativa, estimulando sus iniciativas.
Los promotores gerontológicos deben promover la autonomía, los adultos mayores conservan en su gran mayoría sus facultades y son capaces de cambiar de actitudes, asumir retos y tomar decisiones adecuadas, la discapacidad no es sinónimo de dependencia.
No es malo estimular recuerdos con antiguos juegos, no es malo hacerles pasar un momento divertido, pero sin dejar de ver en ellos sujetos de pleno derecho, que no son niños, y al momento de nombrarlos digámosles como Sr o Sra, por su nombre.
No tiene visión gerontológica quien ve a adultos mayores como viejitos o abuelitas, o a adultos mayores como personas en condición de inferioridad, eso es discriminación pura y dura y no tratemos de ocultarla diciendo que somos cariñosos.
Los adultos mayores tienen derecho a seguir aprendiendo, a ser autónomos y elegir lo que le agrada sin manipulación.
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