Luigui Vidal Rivas
Ya es un lugar común en nuestro país, dejar de lado, cosas supuestamente poco importantes, pero que en realidad son todo lo contrario, en un estado sin visión gerontológica, con un perfil comunicador torpe, ya que sus oficinas de prensa, desconocen la temática del envejecimiento.
Un estado “bombero”, sin políticas públicas ajustadas a la realidad de un nuevo envejecer, y que considera prioridades muy elementales, que creen que con sus leyes protectoras y sus asistencias, están cumpliendo con las personas mayores del Perú, cuando ni eso son capaces de cumplir, en esas condiciones que podemos esperar del futuro y las nuevas aspiraciones de las personas mayores, que no quieren conformarse con pan y techo, quieren saber, quieren conocer la tecnología, tener acceso libre a la información y la cultura, quieren superarse a si mismos, no quedarse atrás en el desarrollo.
No entienden el valor de la gerontología, la comunicación y promoción gerontológica, no entienden el valor de la campaña y la difusión, bien realizada y por tanto poco les importan los cursos que fortalecen y forman al promotor gerontológico y la autopromoción de la persona mayor.
Solo les interesa el negocio político de la “vulnerabilidad” que es prevenible, y entonces no comprenden la importancia de perfiles comunicadores, que otorguen confianza, en comunicación abierta con la ciudadanía y que renueva el discurso al informar de una nueva realidad que ellos no son capaces de ver, las personas mayores avanzan incontenibles en el mundo digital y estos señores siguen como si estuvieran años atrás.
Entonces no les preocupa la formación gerontológica de los que trabajan con personas mayores, en un mundo de cambios acelerados, no encajan con las nuevas necesidades y exigencias, ni les interesan las actualizaciones constantes a lo que nos obliga los cambios acelerados del mundo actual.
Y los eventos que se realizan no recogen los cambios, el discurso sigue siendo el mismo, y hay la crítica del academicismo estéril, que convive pacíficamente con el estado protector y legalista, que no comprende el proceso del envejecimiento y que tampoco promueve los derechos de la persona mayor, al ignorar las nuevas exigencias de una persona mayor, adaptado al mundo moderno deseoso de saber más, de conocer la tecnología, tomar las riendas de su destino.
Se necesitan formar promotores gerontológicos como aliados de las personas mayores, ya que el envejecimiento les compete a todos, esa idea de los mayores solos es también un error.
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