Luigui Vidal Rivas
29-03-2020
En anteriores artículos( 1- 2-3)expliqué los sólidos fundamentos, por los cuales está plenamente justificado el cambio en terminologías referidas a las personas mayores, a los cuales en primer término debemos considerarlos personas, y de pleno derecho.
El lenguaje empleado no es eterno, los cambios en la investigación social, científica, cultural, que nos muestra un mundo distinto, hacen que este caduque ante nuevas realidades y a una nueva realidad, producida por los cambios y evolución de los roles sociales, le pertenecen nuevas denominaciones, producidas por tales cambios.
La visión que se tiene hoy del envejecimiento y la persona mayor ha producido asambleas internacionales, donde se acordaron distintas denominaciones y que fueron bien aceptadas por las personas mayores, por lo cual no tiene sentido reivindicar antiguas palabras, y es un modo de respetar a esas personas, usar los términos correctos y no lo que a uno le parece, como algunos personajes públicos quieren imponer, sin fundamentos.
La investigación científica del envejecimiento, demuestra que este envejecer no es una cuesta abajo, es un proceso donde se dan los mejores logros de la creación humana, en algunas cosas bajamos y en otras subimos y todo depende de que sepamos prevenir males con una vida sana, para que nuestra adultez mayor no esté plagada de enfermedades o discapacidad.
El profesional comunicador, médico, gerontólogo o de otras profesiones, debe emplear el lenguaje que se adecue al gran cambio producido, en el cual ya no hay los antiguos ancianos o viejos, hoy son personas mayores, con nuevas expectativas, que están haciendo de este tiempo, su tiempo, son más contemporáneos que nunca, hoy imponen gustos, se hacen cada vez más visibles, a pesar de que persistan taras sociales, que aun los discriminan.
En el ámbito público de las exposiciones o artículos, es donde deberíamos ser más estrictos, pero en general debemos hacer nuestros los términos adecuados y que estos fluyan espontáneos de nosotros, podemos apreciar en algunos conferencistas que varían las denominaciones según la presencia o no de personas mayores.
En el ámbito privado y familiar se dan distintas formas de expresión, algunas en forma cariñosa o en broma, al decir viejos, viejitos, papitos, etc., y en algunos casos más correctos llamándoles Sr o Sra. cuando hay una amistad especial pueden llamarle solo por su nombre.
Decirle viejo a alguien en el ámbito familiar o privado, no es igual que expresarse de manera pública respecto al colectivo de las personas mayores, así que no hay que confundir lo que una poesía o canción puede expresar, con lo que debemos expresar para referirnos a las personas mayores.
Como profesionales y como personas que trabajan con la colectividad de personas mayores y ellos mismos, deben usar los términos correctos, que debe ser la forma cotidiana y natural cuando hablemos de personas mayores de 60 años e influir sobre toda la sociedad dando el ejemplo para que esto se haga costumbre, se integre plenamente en la cultura popular.
29-03-2020
En anteriores artículos( 1- 2-3)expliqué los sólidos fundamentos, por los cuales está plenamente justificado el cambio en terminologías referidas a las personas mayores, a los cuales en primer término debemos considerarlos personas, y de pleno derecho.
El lenguaje empleado no es eterno, los cambios en la investigación social, científica, cultural, que nos muestra un mundo distinto, hacen que este caduque ante nuevas realidades y a una nueva realidad, producida por los cambios y evolución de los roles sociales, le pertenecen nuevas denominaciones, producidas por tales cambios.
La visión que se tiene hoy del envejecimiento y la persona mayor ha producido asambleas internacionales, donde se acordaron distintas denominaciones y que fueron bien aceptadas por las personas mayores, por lo cual no tiene sentido reivindicar antiguas palabras, y es un modo de respetar a esas personas, usar los términos correctos y no lo que a uno le parece, como algunos personajes públicos quieren imponer, sin fundamentos.
La investigación científica del envejecimiento, demuestra que este envejecer no es una cuesta abajo, es un proceso donde se dan los mejores logros de la creación humana, en algunas cosas bajamos y en otras subimos y todo depende de que sepamos prevenir males con una vida sana, para que nuestra adultez mayor no esté plagada de enfermedades o discapacidad.
El profesional comunicador, médico, gerontólogo o de otras profesiones, debe emplear el lenguaje que se adecue al gran cambio producido, en el cual ya no hay los antiguos ancianos o viejos, hoy son personas mayores, con nuevas expectativas, que están haciendo de este tiempo, su tiempo, son más contemporáneos que nunca, hoy imponen gustos, se hacen cada vez más visibles, a pesar de que persistan taras sociales, que aun los discriminan.
En el ámbito público de las exposiciones o artículos, es donde deberíamos ser más estrictos, pero en general debemos hacer nuestros los términos adecuados y que estos fluyan espontáneos de nosotros, podemos apreciar en algunos conferencistas que varían las denominaciones según la presencia o no de personas mayores.
En el ámbito privado y familiar se dan distintas formas de expresión, algunas en forma cariñosa o en broma, al decir viejos, viejitos, papitos, etc., y en algunos casos más correctos llamándoles Sr o Sra. cuando hay una amistad especial pueden llamarle solo por su nombre.
Decirle viejo a alguien en el ámbito familiar o privado, no es igual que expresarse de manera pública respecto al colectivo de las personas mayores, así que no hay que confundir lo que una poesía o canción puede expresar, con lo que debemos expresar para referirnos a las personas mayores.
Como profesionales y como personas que trabajan con la colectividad de personas mayores y ellos mismos, deben usar los términos correctos, que debe ser la forma cotidiana y natural cuando hablemos de personas mayores de 60 años e influir sobre toda la sociedad dando el ejemplo para que esto se haga costumbre, se integre plenamente en la cultura popular.