ALERTA: FRAGILIDAD SE CONVIERTE EN UNA EPIDEMIA SILENCIOSA QUE AFECTA A LOS ADULTOS MAYORES
Un artículo de la Revista Peruana de Medicina Experimental y Salud Pública del Instituto Nacional de Salud (INS) alerta que la fragilidad (síndrome biológico de vulnerabilidad caracterizado por la disminución de la fuerza, resistencia y funciones fisiológicas reducidas), se está convirtiendo en una epidemia silenciosa que afecta a los adultos mayores a nivel mundial.
Los signos de alarma son pérdida de peso de al menos el 5% en el último año, cansancio, baja actividad física, lenta velocidad de la marcha y debilidad muscular. Se considera que adulto mayor es frágil si cumple tres o más de estos criterios, prefrágil si cumple uno o dos, y no frágil si no cumple ninguno de ellos. Se ha observado también que la fragilidad es mayor en mujeres y se incrementa con los años.
El promedio de la cantidad de enfermedades crónicas en un adulto frágil fue 2,1 comparado con el 1,4 en no frágiles. La presencia de fragilidad en un adulto mayor con enfermedades cardiovasculares aumenta dos veces la mortalidad.
Existen cuatro posibles tratamientos contra la fragilidad: ejercicios aeróbicos y de resistencia, soporte proteico y calórico, consumo de vitamina D y reducción de la polifarmacia.
Un estudio encontró que el ejercicio (aeróbico, resistencia, flexibilidad y de equilibrio) en un programa estandarizado disminuyó la progresión de fragilidad y discapacidad. Se puede prevenir o revertir el desarrollo de la fragilidad física por medio de la práctica de ejercicio físico y hábitos de vida saludables.
El envejecimiento es heterogéneo por lo que es necesario que todos los profesionales de salud, especialmente los de atención primaria, identifiquen cuáles son los adultos mayores más débiles o vulnerables para la toma de decisiones en su tratamiento.
Es más probable que los pacientes frágiles que recibieron una evaluación geriátrica integral y cuidados especiales tengan menor declive funcional, cognitivo y menores tasas de mortalidad hospitalaria que aquellos que fueron admitidos a cuidados médicos generales.
Los signos de alarma son pérdida de peso de al menos el 5% en el último año, cansancio, baja actividad física, lenta velocidad de la marcha y debilidad muscular. Se considera que adulto mayor es frágil si cumple tres o más de estos criterios, prefrágil si cumple uno o dos, y no frágil si no cumple ninguno de ellos. Se ha observado también que la fragilidad es mayor en mujeres y se incrementa con los años.
El promedio de la cantidad de enfermedades crónicas en un adulto frágil fue 2,1 comparado con el 1,4 en no frágiles. La presencia de fragilidad en un adulto mayor con enfermedades cardiovasculares aumenta dos veces la mortalidad.
Existen cuatro posibles tratamientos contra la fragilidad: ejercicios aeróbicos y de resistencia, soporte proteico y calórico, consumo de vitamina D y reducción de la polifarmacia.
Un estudio encontró que el ejercicio (aeróbico, resistencia, flexibilidad y de equilibrio) en un programa estandarizado disminuyó la progresión de fragilidad y discapacidad. Se puede prevenir o revertir el desarrollo de la fragilidad física por medio de la práctica de ejercicio físico y hábitos de vida saludables.
El envejecimiento es heterogéneo por lo que es necesario que todos los profesionales de salud, especialmente los de atención primaria, identifiquen cuáles son los adultos mayores más débiles o vulnerables para la toma de decisiones en su tratamiento.
Es más probable que los pacientes frágiles que recibieron una evaluación geriátrica integral y cuidados especiales tengan menor declive funcional, cognitivo y menores tasas de mortalidad hospitalaria que aquellos que fueron admitidos a cuidados médicos generales.
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