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Problemas conceptuales y terminológicos en la comunicación de contenidos gerontológicos
Problemas conceptuales y terminológicos en la comunicación de contenidos gerontológicos
Luigui Vidal Rivas
Es sabido que la gerontología como ciencia, como cultura y conocimiento transdisciplinar, se refiere a una visión holística del envejecimiento humano, es decir bio-psico-social, aunque recientemente se le anexe una dimensión espiritual, que se ha considerado un epifenómeno del área psicológica.
La comunicación como elemento fundamental en la vida de relación, tiene un rol vital para el conocimiento y tiene especial importancia para la gerontología que requiere renovarse ante los avances científicos y las transformaciones sociales, que nos presentan una realidad muy distinta, y en la cual los procesos de cambio se aceleran, hoy estar actualizado es prestar mucha atención a lo que ocurre cada día pero ¿cómo nos comunicamos?, ¿qué comunicamos?, el punto de partida fundamental es el concepto y como expresamos ese concepto, ¿es que sabemos comunicar lo que sabemos? Se habla de hechos, pero estos requieren de contextos, los conceptos en una ciencia son la base para analizar los hechos y explicarlos adecuadamente, hoy se escribe mucho sin considerar el rigor y que expresa un lenguaje ambiguo que no puede aspirar a un lenguaje universal de la gerontología, rezagos de un pasado, rezagos de frases hechas, de costumbrismo y de coloquialismo, lenguaje ineficaz para expresar la cientificidad gerontológica.
Nos vamos a enfocar ahora sobre dos funciones básicas de la comunicación, informativa y formativa, en la era de la información y el fácil acceso a los medios, por el internet, todos nos convertimos en comunicadores de contenidos, y ello lleva a un aspecto positivo que permite visibilizar e impulsar diversos objetivos, pero también aportar contenidos edadistas, datos sin contextos adecuados y una inconsciente tendencia a errores lógicos y conceptuales, la informalidad al escribir y la imprecisión en el lenguaje, mucho voluntarismo y “buenas intenciones” fallidas.
El desarrollo de la sociedad y la investigación científica nos lleva necesariamente a una revisión periódica de conceptos y definiciones, nuevos enfoques y descubrimientos y el elemento básico de la comunicación que es el lenguaje nos plantea nuevos retos, diríamos desafíos ante un cambiante panorama, el envejecimiento por ejemplo como proceso vital extremadamente complejo sigue sin aclararnos los misterios que encierra, la vejez como concepto se presenta ya impreciso ante la caída de los estereotipos de la vejez y la engañosa edad cronológica.
La vejez como constructo social, es presumiblemente necesario para marcar etapa ante las necesidades de las políticas públicas, pero que al mismo tiempo contradice la evidencia científica que es más comprensible al vincular la edad biológica
La llamada etapa de “la vejez, debería ser conceptualizada a partir de cambios marcadores, lo que significaría un “antes y un después “y no con la edad del calendario y esos cambios deberían establecerse fundamentalmente en los niveles de funcionalidad y no por canas, marcas en el rostro o escasez de cabello, las canas serían un indicador de envejecimiento, no de vejez, Jurídicamente uno puede ser considerado persona mayor, pero esto no implica necesariamente estar en etapa de “vejez”
Debemos incidir en combatir la arbitrariedad terminológica, que no se sustenta profesional o técnicamente y se da al gusto de quien comunica, como pluralizar la vejez con un término coloquial y edadista, improvisaciones sin estudio etimológico, debemos ser conscientes de la heterogeneidad de la vejez y del envejecimiento, desde una visión internalizada, podemos hallar diversas formas más atinadas o adecuadas para expresar la pluralidad, el edadismo nos sorprende con su variedad de expresiones y debemos combatirlo en el terreno donde se esconde, está expresándose en preguntas mal formuladas como ”¿Por qué las personas mayores se caen?” al preguntar de esa forma es como normalizar las caídas, que es algo común y propio de las personas mayores, se da en la idealización, se da en el paternalismo que trae la ominosa sobreprotección.
Conocemos que hay muchos errores de expresión que se relacionan con visiones condescendientes, paternalistas y de apropiación como “Nuestras personas mayores” o “mis adultos mayores” y en la que no hay una real empatía, sino expresiones de poder entre muchos profesionales que en realidad son posiciones que otorgan protección desde una posición de presunta superioridad, esto viene acompañado de edadismo cariñoso, sobreprotección y subestimación de capacidades.
En tal caso las personas mayores son “los otros”, personas a las que tenemos cuidar, asistir, a pesar de que las propias estadísticas demuestran que la gran mayoría son autovalentes y por tanto tienen derecho a ser autónomos y dueños de su propia vida, sin tomar en cuenta que lo que se llama vejez no es el inicio del envejecimiento y por tanto todos somos parte del proceso.
Hoy tenemos mucha información, muchas infografías bien escritas pero errando en las imágenes, un error conceptual expresado en otro tipo de lenguaje, las posiciones reactivas que tratan de ensalzar la imagen de la persona mayor con altisonantes frases, que desembocan en lo que hoy llaman romantización, posiciones reactivas con “cumbres plateadas” e incluso con términos que no corresponden como seniors, grandes y otros.
Hoy se habla de una nueva longevidad, que se dice no es para vivir más, pero bien, deberíamos entender que longevidad es longevidad, sea nueva o antigua, implica extensión de la vida y el “vivir bien” es calidad de vida, hay estudios sobre el envejecimiento que demuestran que en la actualidad está aumentando la expectativa de vida, por tanto la “nueva” si es vivir más, la medicina y las investigaciones en la biología molecular, nos abren un panorama, el estilo de vida impacta y ralentiza o acelera el envejecer, y como dicen muchos si se puede vivir más o mejor, porque decir no.
Se ofrecen productos o servicios para personas mayores en general, sin aplicar una necesaria especificidad que combate al edadismo al evitar la generalización indebida, los prejuicios son sesgos de realidad aplicados indebidamente, los apelativos como los plateados, los grandes, son como los caballos de Troya para los estereotipos y la idealización, no cumplen ningún rol como supuestos homenajes verbales, el término persona mayor no solo está libre de connotaciones negativas, sino que además es inclusivo, es un punto a favor del desarrollo profesional del lenguaje.
Es importante observar que las personas mayores son más visibles, gracias a la masividad del internet, pero de manera exponencial a través de las redes sociales, hay más información sobre el envejecimiento, pero ¿cómo son esos enfoques? y que es una verdadera información gerontológica, la mayor visibilidad de la persona mayor es un logro, pero no toda noticia o información sobre personas mayores tienen valor gerontológico, el hecho registrado puede tener falta de contextos, ambigüedad respecto a la expresión del contenido o abierto edadismo, una información de valor gerontológico requiere de contextos adecuados y por tanto la interpretación de los hechos desde una visión consistente con las aspiraciones de la gerontología.
El factor comunicacional ya debería ser motivo de una atención especial de parte del gerontólogo y no dejar esto solo en profesionales de la comunicación, es necesario diseñar estrategias para la adecuada promoción de los contenidos y en ello va la expresión conceptual precisa, sin ambigüedad, propia de una ciencia o disciplina que se ve a veces un poco avasalladas por posturas ideológicas e improvisaciones, que afectan seriamente el carácter científico de la gerontología, con tendencia a minimizar el aspecto biogerontológico, dejándo solo el aspecto médico y menospreciando los estudios biológicos del envejecimiento que requiere más investigación y estudios, todo gerontólogo debe tener una visión holística y debe comprender los diferentes aspectos y aclarar que ver el tema biológico es mucho más que asistencias o medicina, es desvelar los misterios que aún nos encierra el envejecimiento.
Toda estrategia comunicacional para impulsar conocimientos requiere de un lenguaje preciso y sin ambigüedad, una visión actualizada de teorías y hechos, rigor en las definiciones, sin tecnicismos innecesarios pero evitando coloquialismo que solo se puede invocar en un análisis crítico de tales términos coloquiales, respetar los ámbitos de uso del lenguaje para iluminar un perfil profesional adecuado de cara al futuro.
Hoy se manejan diversos paradigmas que se encuentran en punto de colisión ante los cambios en la realidad social y científica, constructos que hacen agua y se presenta la necesidad inevitable de repensar ante las inconsistencias que rayan en la obsolencia, la propia vejez como constructo social está siendo cuestionada, las contradicciones en la manera como se define el envejecimiento, son insalvables, mientras unos dicen que envejecemos desde la concepción otros dicen que son ante todo “acumulación de daños moleculares que nos lleva a la pérdida de habilidades” sin embargo coincido con la frase “El envejecimiento se da en el tiempo, pero no por el tiempo en sí”, no sigue nuestra medida del tiempo, el envejecimiento de cada uno tiene su propio reloj, otra definición del envejecimiento dice “Es el conjunto de transformaciones a lo largo de la vida “que también es cuestionable ya que no todas las transformaciónes en la vida son parte del proceso de envejecimiento, el envejecimiento es un proceso de la vida, no la vida misma, ¿estamos idealizando ahí?, es muy simplista decir que porque mañana es tu cumpleaños, mañana estás más “viejo”, el proceso altamente complejo del envejecer, tiene ralentizaciones y recuperaciones o rejuvenecimientos en algunos aspectos, el envejecer no es una caída libre, la biogerontología ha rescatado muy bien el tema de la edad biológica que se centra esencialmente en la funcionalidad.
El lenguaje gerontológico moderno, es decir con renovadas denominaciones se sustenta por el desarrollo de la sociedad y las nuevas visiones que generan una posición antiedadista,eliminando connotaciones negativas en los términos a pesar de que ciertos modismos y costumbres lingüísticas se resisten intentando resignificar lo que debe ser eliminado del lenguaje correcto y profesional que incluso ha motivado asambleas internacionales, que solo parcialmente se respetan.
Muchos términos) incluso de políticas públicas califican al grupo de edad mayor a 60 años como grupo de población vulnerable, pese a que la vulnerabilidad no es inherente al simple hecho de cumplir 60 años, la vulnerabilidad como concepto incluye no solo a todas las personas, incluso a todos los seres vivos la vulnerabilidad se da por una causa o causas específicas y no por cuestión de edad cronológica, al expresar como grupo de personas mayores, estás fortaleciendo la visión edadista, y hay que recordar que el cumplir 60 años es solo cumplir un año más en el calendario.
Conclusiones-
Concluimos que el punto de partida conceptual es el elemento básico de una adecuada comunicación de contenidos gerontológicos, conceptos y definiciones que contextualizarán adecuadamente los hechos en las publicaciones de cada día, el lenguaje como corresponde a un proceso comunicacional debe responder a las actualizaciones debidamente sustentadas que implica precisión, y eliminación de términos ambiguos que por la pluralidad de significados, generan confusión, la gerontología como ciencia o disciplina se renueva no solo en procedimientos, sino también necesariamente en el manejo adecuado de comunicar los cambios que se reflejan en la realidad social y el avance científico, y que implican la necesidad de reflejar estos cambios y avances valorando la evidencia científica antes que constructos que la misma realidad cuestiona, la ciencia debe prevalecer antes que la ideología y eso reflejarse en el enfoque de los hechos, la vejez se cuestiona y el envejecimiento nos guarda misterios, una visión holística internalizada es lo que es, una visión gerontológica que nos debe guiar por una humanidad que no solo quiere vivir bien, sino también vivir más.
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